lunes, 15 de abril de 2013

María Elena Walsh


Célebre por su literatura infantil, creó personajes conmovedores, como Manuelita la Tortuga, que inspiró la película “Manuelita” (1999), dirigida por Manuel García Ferré. Sus temas fueron musicalizados por personalidades como Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat y trascendieron las fronteras argentinas.

María Elena Walsh nació en el barrio de Ramos Mejía, en Buenos Aires, el 1º de febrero de 1930. Falleció a los 80 años el 10 de enero de 2011 en la misma ciudad.

Su papá era un ferroviario inglés que tocaba el piano y cantaba canciones de su tierra; su madre era una argentina descendiente de andaluces y amante de la naturaleza.

Fue criada en un gran caserón, con patios, gallinero, rosales, gatos, limoneros, naranjos y una higuera. En ese ambiente emanaba mayor libertad respecto de la tradicional educación de clase media de la época. Tímida y rebelde, leía mucho de adolescente y publicó su primer poema a los 15 años en la revista “El Hogar”. Poco después escribió en el diario “La Nación”.

Un año antes de finalizar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes publicó su primer libro (en 1947), “Otoño imperdonable”, que recibió el segundo premio Municipal de Poesía y fue alabado por la crítica y por los más importantes escritores hispanoamericanos. A partir de allí su vida dio un vuelco: empezó a frecuentar círculos literarios y universitarios y escribía ensayos. En el año 1949 viajó a Estados Unidos, invitada por Juan Ramón Jiménez.

En los años ’50 publicó “Baladas con Angel” y se autoexilió en París, junto con Leda Valladares. Ambas formaron el dúo “Leda y María”: actuaron en varias ciudades como intérpretes de música folclórica, recibieron premios, el aplauso del público y grabaron el disco “Le Chant du Monde”. Por esa época comenzó a escribir versos para niños. Sus canciones y textos infantiles trascendieron lo didáctico y lo tradicional: generación tras generación sus temas son cantados por miles de niños argentinos.

Realizó además recitales unipersonales para adultos. En 1962 estrenó en el Teatro San Martín “Canciones para mirar”, que luego grabó con CBS. Al año siguiente estrenó “Doña Disparate y Bambuco”, representada muchas temporadas en Argentina, América y Europa. En los años ‘60 publicó, entre otros, los libros “El reino del revés”, "Cuentos de Gulubú", “Hecho a mano” y “Juguemos en el mundo”. En los ’70 volvió al país y en  1971 María Herminia Avellaneda la dirigió en el filme “Juguemos en el Mundo”. También escribió guiones para televisión y los libros “Tutú Maramba”, "Canciones para mirar", “Zoo Loco”, “Dailan Kifki” y “Novios de Antaño”.

En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1990, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires. En 1994 apareció la recopilación completa de sus canciones para niños y adultos y, en 1997, “Manuelita ¿dónde vas?”.

María Elena Walsh es un verdadero juglar de nuestros tiempos, cuando recita y canta sus versos, pero también, cuando denuncia subliminalmente diversas cuestiones sociales. Toda su rebeldía, su desencanto, su oposición, su amor a la naturaleza y a los niños han quedado reflejados en numerosos poemas, novelas, cuentos, canciones, ensayos y artículos periodísticos.



Como educar en el presente y en el futuro, aprendiendo de los griegos

 

 

 

 

Se plantea como la civilización griega, educa desde una cosmovisión que vive todo el pueblo, desde su cultura, con valores definidos, y desde una polis. Prospectiva filosófica para poder mejorar nuestra forma de educar.

1) La civilización griega, en sus ciudades-estado, transmitía su cosmovisión a través de relatos tales como la Ilíada y la Odisea. En ellos estaba condensada la esencia y forma de ser del pueblo. Los poetas cantaban y narraban, en los distintos lugares, sobre la cólera de Aquiles, y como él había perdido la "sofrosine", la armonía, el equilibrio, tan apreciado por los griegos, y había caído en la "hybris", el desequilibrio, en este caso a través de la cólera. Aquiles había perdido a su amigo Patroclo, en la guerra de Troya. Desde ese momento, todos sus actos había surgido desde la falta de armonía. Los poetas griegos querían enseñar, que lo importante era mantenerse en esa armonía. Cantaban también sobre el valor, y sobre la astucia de Ulises, gracias a la cual habían ganado la guerra de Troya. Esta educación era posible, porque todo un pueblo trataba de vivir esos valores y los transmitía de una generación a otra. Desde la Filosofía preguntemos a nuestro pueblo si estamos tan integrados como nación y formamos a nuestros jóvenes y niños con nuestros relatos y nuestra forma de ser. Posiblemente observemos que la civilización occidental, está en parte desintegrada y no tiene valores definidos, y una única forma de ser para transmitir. Aquí radica en parte la debilidad de nuestro proyecto educativo, y la dificultad de los colegios como instituciones, de poder educar con éxito hacia un proyecto común:

2) Esta PAIDEIA o cosmovisión griega integrada a una Cultura, era transmitida como una forma de ser de un pueblo, que tenía valores definidos.Estos valores griegos eran la búsqueda de la armonía o sofrorsine; el valor del cuerpo y el alma; la democracia y el valor guerrero; las olimpíadas como la búsqueda del honor personal y de su ciudad, desarrollando el cuerpo en plenitud, aún suspendiendo las guerras en una confraternidad educativa panhelénica. El descubrimiento de la Filosofía como sabiduría; la Medicina y la búsqueda de la Belleza. La Matemática, Pitágoras, y su relación con la Música y otras ciencias, buscando la mejora social y una ciudad mejor. El arte y tantos otros valores definidos hacia los cuales se tendía. La pregunta desde la Filosofía es: si en nuestras sociedades los valores están definidos, y si no lo están tan claramente, como colaborar a que se definan. La tarea de un maestro o de un profesor no es la de un presidente, tampoco puede reemplazar a todo un pueblo. El maestro trabaja con niños y con jóvenes, pero acompaña la tarea educativa de los padres. La primera tarea que puede realizar, en las reuniones de padres, es ayudar a descubrir a estos, una serie de valores comunes y básicos, que incluso tengan que ver con la nacionalidad, porque el pueblo, en su conciencia, se va formando en estos pequeños grupos. Ahí se van definiendo los valores de nuestra nacionalidad y los valores de ser persona. Cuando esta cuestión se plantea en todo el colegio como institución, se alcanza otro nivel de maduración y de eficacia. Es toda una comunidad educativa la que reflexiona y transmite los valores. La civilización se encuentra presente allí en pequeña escala. Cuanto más si el planteo alcanza nivel nacional.

3)Se educa desde una Polis. El sentido de pertenencia del griego, le hacía tomar como un cruel castigo el exilio, porque lo desterraba de su ciudad. El era en su ciudad, sin la cual no era persona ciudadano. Hoy estamos desintegrados y divididos, y nuestros ciudadanos no se sienten tales, en muchas ocasiones, ni se siente parte de su barrio, ciudad y aún pais. Hoy lo barrial, el Partido, la Provincia y la Nación deben hoy ser el sustento de la actividad curricular. Todo debe ser enseñando desde un sentido de pertenencia, porque la razón de ser de las escuelas es formar personas y ciudadanos. Debemos filosofar largamente sobre esto para aprender de los griegos este valor.

4)Las instituciones educativas que surgían eran por ejemplo, la de los maestros y discípulos.Esta postura existencial de considerarse maestro de vida y considerar a nuestros alumnos como discípulos es parte de lo que tenemos que recuperar. Recordemos por otro lado la figura del preceptor. Era el que orientaba la vida de su encomendado. Esa función cumplió Aristóteles que orientaba toda la vida de Alejandro Magno. Aristóteles dejò todo para dedicarse a acompañar la formación de Alejandro Magno porque tenía conciencia clara de la importancia de formar a la futura cabeza de un imperio. Su misión fué esencial. Los beneficios de la civilización helénica llegan hoy a nosotros. Revalorizar el ser maestro y tomar a los alumnos como discípulos es un camino que tenemos que empezar a recorrer. Ser preceptores de ellos, para que puedan cumplir su misión en la sociedad. Aún antes de la creación de la institución educativa como colegio, estaba la institución del maestro y del discípulo.


Julio Daniel Nardini